25 de abril de 2024

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Un molesto ruido de fondo

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¿En qué momento se traspasa el umbral del descontento democráticamente aceptable y surgen liderazgos con una agenda iliberal, nacionalista y autoritaria? La historiadora y periodista Anne Applebaum trata de responder a esa pregunta en ‘El ocaso de la democracia’.

ÁUREA MOLTÓ

Algo pasa con nuestras democracias. Y son las “nuestras” porque sea lo que sea que esté pasando no sucede en todas las democracias, sino particularmente en las democracias liberales de Europa y en Estados Unidos. Es un malestar general, un ruido de fondo, que se acompaña en algunos casos de deformaciones tangibles de componentes democráticos como el Estado de Derecho, la independencia del poder judicial, la libertad de cátedra, de expresión, junto con cortapisas a la labor de los medios de comunicación, limitaciones al activismo social y a las organizaciones de la sociedad civil, así como un parlamentarismo bloqueado o disminuido.
La democracia no es un sistema apoyado en la comodidad de los consensos, más bien favorece los disensos y su manifestación pública, pero es capaz de canalizarlos hacia algún tipo de acuerdo. De modo que el ruido de fondo sería en realidad lo natural en países democráticos. Sin embargo, año tras año, diferentes informes advierten de un deterioro gradual de las democracias y una creciente tendencia hacia el autoritarismo y la polarización política. ¿En qué momento se traspasa el umbral del descontento democráticamente aceptable y surgen liderazgos con una agenda iliberal, nacionalista y autoritaria?
La historiadora y periodista Anne Applebaum trata de responder a esa pregunta en El ocaso de la democracia y, para ello, analiza lo sucedido en los últimos años en varios países: Polonia, Hungría, Reino Unido, Estados Unidos y España, deteniéndose también en Brasil, Francia e Italia. La autora encuentra un cúmulo de factores detrás de un declive democrático que es preciso inscribir en las lógicas cíclicas de la historia y en elementos del pasado como la instrumentalización del nacionalismo y las teorías conspiratorias, pero que tiene una nueva identidad y alcance derivados del tipo de discurso que favorecen las redes sociales, la propagación sin fronteras de ideas y la desinformación.
Applebaum abre su libro con una fiesta en 1999 y la cierra con otra en 2019. Lo que sucede en medio es el relato de la descomposición de una élite de la que la autora era parte. Aquí está el elemento original y más atractivo del libro; la radiografía de algunos representantes del centro-derecha que transitan a una extrema derecha populista y divisiva. La autora los conoce, los ha tratado, algunos han sido amigos próximos a su familia y, sin embargo, nada de eso ha evitado la ruptura. Applebaum explica esta ruptura a veces con frialdad, otras con humor y perplejidad, pero al final del libro se hace patente el desánimo y, ciertamente, un pesimismo imposible de camuflar con el desapasionado enfoque histórico y periodístico que mantiene de principio a fin.
En el centro del libro está una clase media-alta bien formada, viajada, integrada por intelectuales, periodistas y profesionales con influencia política que, pese a no haber perdido poder económico ni posición social, se sienten nostálgicos de tiempos mejores que no fueron tal. Con diferentes matices y desencadenantes según el país, este perfil sociológico está en la base de partidos como Ley y Justicia en Polonia, Fidesz en Hungría, Vox en España, los republicanos de Donald Trump y los partidarios del Brexit. Porque, efectivamente, la nueva extrema derecha se ha replicado en viejas y nuevas democracias, está conectada y comparte mensajes, proyecto e instrumentos.
La desigualdad creciente, el bajo rendimiento de la socialdemocracia y un uso masivo y polarizado de las redes sociales hicieron el resto para lograr el apoyo popular a un movimiento que no sería tal sin un respaldo electoral amplio que incluye a clases trabajadoras, pero que está iniciado y dirigido por élites conservadoras.
La fuerza de la tesis de Applebaum está en la amplitud de factores en los que se apoya con verosimilitud y con una escritura clara, erudita y vibrante. Sin embargo, uno llega al final del libro convencido de que la transformación del centro-derecha y el auge del populismo nacionalista de extrema-derecha son tanto causa como efecto del ocaso democrático en puntos neurálgicos de Occidente. En definitiva, se echa de menos mayor profundidad en lo que podríamos llamar “la promesa de la democracia”; es decir, en su rendimiento en cuanto a la gestión de la prosperidad, los niveles de desigualdad y la falta de iniciativa política de la socialdemocracia y el centro-derecha tradicionales.
A un lector que busque explicaciones a la seducción actual del autoritarismo no le bastará con entender la nostalgia de las élites conservadoras y la desinformación masiva por internet. En este sentido, el libro de Applebaum deja unos vacíos cubiertos por títulos como La luz que se apaga, de Ivan Krastev y Stephen Holmes, y Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Ninguno de estos libros proporciona sosiego democrático ni argumentos para el optimismo, pero parecen más reales que la cumbre de las democracias anunciada por Biden para finales de año.

Fuente AfkAR