Las fotos del destrozo en los hoteles que alojan a los inmigrantes en Canarias: «Era un motín de prisión»
Batalla campal en Porto Bello, los apartamentos que alojan a más de un centenar de menores migrantes en Gran Canaria.
«Yo llevo 15 años de agente y nunca me he encontrado en una situación así. Aquello parecía una cárcel brasileña, como cuando sale uno de esos motines por la tele. Una rebelión. Los inmigrantes se habían hecho totalmente con el control de los apartamentos. Gente en las azoteas, otros rompiendo ventanas, borrachos por completo; otros lanzando todo tipo de objetos por las ventanas…».
Es el testimonio de uno de los agentes que intervino en los hechos del Porto Bello. Un complejo hotelero de Mogán, al sur de Gran Canaria. Allí alojan a unos 150 de los migrantes que han llegado en las últimas semanas al archipiélago. Un pequeño polvorín donde hay conflictos cada día y donde la madrugada del martes se vivió una auténtica batalla campal.
Muebles destrozados, microondas volando, pedradas a los educadores y a las fuerzas de seguridad que por allí se acercaban. Peleas y agresiones. En la recepción, media docena de educadores atrincherados, sin poder salir porque les iban a agredir. En el suelo del complejo, cristales rotos mezclados con manchas de sangre de los propios migrantes.
El desastre se ha saldado con la detención de 4 de los inmigrantes alojados. Los 4 de nacionalidad marroquí, tres menores de edad y uno mayor. Curiosamente, en estos apartamentos llamados Porto Bello, en la zona de Puerto Rico (Mogán), solamente se aceptan a menores. Muchos de los que hay alojados, sin embargo, son adultos. Pero se hacen pasar por menores de edad y no se está consiguiendo discernir quién tiene menos de 18 año y quién se ha colado.
EL ESPAÑOL ha tenido acceso también a los vídeos y las fotografías tomadas durante y después de la rebelión. Los apartamentos han quedado seriamente dañados, aunque desde la empresa han declinado hacer declaraciones. Y los agentes piden refuerzos. Lo peor, cuentan fuentes de la zona, es que no ha sido un caso aislado, sino una escalada de violencia que no tiene pinta de enfriarse. Se ha pasado de amonestar a migrantes por bañarse en la piscina sin permiso, a no poder sofocar un motín en toda regla. Un episodio que puede volver a repetirse.
El alcohol
“No te sabría decir cuál fue el detonante. Yo creo que no hay una chispa o una razón concreta para que se líe tan gorda como se ha liado esta semana en esos apartamentos. Están por fuera [de los apartamentos] todo el día. Sé que están tranquilos por las tardes. Como pueden salir, los ves por las calles, casi siempre con cartones de vino. Se emborrachan y luego, cuando pasan a pernoctar, es cuando explota todo”.
Se lo cuenta a EL ESPAÑOL uno de los guardia civiles presente durante los hechos de la noche del lunes 8 de febrero, pasadas las 23h. «En principio nosotros fuimos a un primer aviso. Estábamos a punto de terminar el servicio y nos llamaron para que nos diésemos la vuelta y volviésemos al complejo, por la que se había montado allí dentro».
La que se había montado era de película: «Gente en la azotea, pasando de balcón a balcón, tirando cosas por las ventanas… la locura. Tuvimos que entrar porque todo lo que eran los cuidadores estaban atrincherados en la recepción. Esta gente se había hecho con el complejo totalmente», explica, señalando que «cuidadores habría 5. Menores hay entre 130 y 150″.
Cuando se refiere a cuidadores habla de los monitores de la ONG Respuesta Social que se encarga de esa tarea y que fueron víctimas de agresiones y amenazas, tal y como han confirmado estas mismas fuentes policiales. Pero esta entidad ha rechazado hablar con EL ESPAÑOL y no confirma ni desmiente dichas agresiones. Ni siquiera han querido confirmar el nombre de su organización.
Niños muy grandes
Los vídeos y las fotos no dejan lugar a dudas. «Entramos y era para verlo. Una batalla campal. Dicen que son menores y yo no entiendo el nivel tan grande de destrucción que puede tener esa gente aunque sean menores. Que una cosa es que sean menores y otra que sean niños. Que son tíos de 16 o 17 años. O de más de 18, que se han colado algunos mayores. Por eso, ojo cuando decimos menores, no te vayas a imaginar un grupo de críos de 10 años. Estos son incontrolables. Y si han bebido, pues mucho peor», prosigue este agente de la Benemérita…Continuar leyendo