Viaje a Dakhla (Día1): Una ciudad por descubrir
Bajo la coordinación de la Cónsul General del Reino de Marruecos en Tarracona Doña Saloua Bichri , dos periodistas de la ciudad de Tarragona visitaron las provincias del sur para ver el ambiente en el que la ciudad de Dakhla y la región de Guerguerat está disfrutando, sobre todo después de muchas inexactitudes y mentiras promovidas por algunos periódicos españoles
Destino: Dakhla. Una ciudad de 120.000 habitantes situada al sur de Marruecos. En concreto, hablamos de una península cercana a la frontera con Mauritania. La Asociación Marroquina por la Comunicación, el Desarrollo socioeconómico y la Incitación a la Inversión organiza un viaje para dar a conocer la región y su potencial.
La aventura comenzó ayer a primera hora de la mañana. Sueño, esa es la palabra que mejor define el despertar después de 12 horas de viaje y 5 de descanso. Y con esa palabra en mente, tocaba levantarse. Después de desayunar, era momento de conocer la naturaleza del territorio. Subimos al 4×4, y nos dirigimos rumbo al desierto, la verdadera esencia de Dakhla. El paisaje, desértico, pero a la vez hermoso, se fundía con la carretera como si se tratase de una película de Indiana Jones. Esa sensación tuvo su clímax cuando nuestro conductor, Mohammed, empezó a conducir entre dunas como si estuviésemos en el Dakar. Los saltos y movimientos bruscos eran tan divertidos que parecían rejuvenecer a todos los pasajeros.
Y de esa forma tan movida y animada llegamos a la duna blanca. Una colosal montaña de arena fina y blanca que nos invitaba a escalarla y admirar las vistas que nos brindaba. Así lo hicimos y – para nuestro asombro – la instantánea fue más bonita de lo que jamás pensamos desde lejos. A un lado montañas planas y de inmensa superficie, al otro el desierto con acumulaciones de tierra más irregulares, en el mar se percibía la isla Dragón. Habíamos oído hablar de esa isla, hasta la habíamos visto antes en el hotel, pero no habíamos podido entender su nombre hasta aquel momento. Su forma desde ese punto de vista era la de un ser tan mitológico y mágico como el dragón. No todo fue tan bonito. Para preservar la duna blanca, el consejo de turismo de Dakhla restringirá la entrada de visitantes a su loma, dando únicamente la opción de rodearla. De hecho, según testimonios locales, su altura ha disminuido considerablemente a causa del aumento de turismo en la región. Sin duda, es una de sus mejores atracciones.
A la vuelta nos paramos en “la source”, algo así como “la ducha”. Una manguera enorme en mitad del desierto. Suena raro, ¿verdad? Pues al parecer, el baño en “la source” es terapéutico y relajante. Toda una experiencia para los que les gusta cuidarse o para los que sufren de dolores de espaldas. En un momento determinado aparecen los grandes personajes del desierto. Aquellos que todo el mundo quiere ver cuando viaja a este tipo de zonas. Efectivamente, los dromedarios hicieron su aparición. Rostro serio, actitud relajada, y sentimiento de indiferencia ante los extraños. Así pudimos notar a los grandes amigos del hombre en el desierto. Poco más que contar de la mañana, la tarde ya nos deparaba visitar la ciudad.
Pasado el mediodía, llegaba el momento de entrar en el corazón de la región, Dakhla. Literalmente es una ciudad enorme en mitad del desierto entre costa del Atlántico. Recordemos que estamos en una península. Lo que más llama la atención es las infraestructuras de las que dispone la localidad y que aún están por ser aprovechadas. Miles de hectáreas de terreno edificable. En concreto, hay una zona llena de carreteras y farolas, equipamiento preparado para atender a cualquier inteligente que decida apostar por Dakhla. Digo esto después que el gobierno de Estados Unidos haya decidido instalar un consulado en la ciudad, además de invertir 3 mil millones de dólares. Hablo de un hecho de hace un par de semanas. Actualmente, Dakhla se nutre del turismo nacional, pero la zona está en clara expansión. Prueba de ello son los hoteles e infraestructuras que se están construyendo. Si en algo coincidíamos todos los viajeros de esta aventura es en la gran potencialidad que tiene la región, especialmente con el turismo deportivo. Las costas de Dakhla son conocidas por la práctica de buen surf y otros deportes acuáticos.
Volvamos al centro de la ciudad. Visitamos el complejo artesanal de la villa. Llegaba mi momento, tocaría regatear. Siempre he querido regatear un precio, algo que en Europa y Occidente en general es impensable. Pero estábamos en Marruecos, y aquí impera la ley del precio flexible. Aprovechando los típicos compromisos con familia y amigos, iba a tener la oportunidad de regatear. Primero conseguí 2 anillos por 30 euros, aunque en un principio me iban a costar 40. ¿Primera batalla ganada? Creo que jamás lo sabré a ciencia cierta. Después le llegaba el turno a un cenicero. Apenas sin hablar francés le suelto al vendedor: “¡De 15 euros no paso!”. Trato aceptado. Definitivamente me estaban estafando. Pero yo era feliz pensando en mi rebaja de 5 euros. Finalmente llegó el instante cara o cruz. Sí, he visto demasiado ‘La casa de empeños’. Otros dos anillos por 28 euros o por 25. El vendedor pidió cara y – como no podía ser de otra manera – salió cara. De todos modos, ya había conseguido una rebaja de 3 euros. Además, se confirmó que lo de 2 por 15 euros había sido una jugada pésima.
Al salir del complejo artesanal, nos encontramos con Brahim Hameyada, el director de la Escuela de Lengua Unamuno. Sí, se trataba de una escuela de castellano que, de hecho, contaba con la autorización del Instituto Cervantes. Visitamos las instalaciones del centro educativo y entrevistamos a Hameyada. Toda una experiencia sobre un grupo de hispanohablantes que, de manera altruista, decidieron que el castellano no debía desaparecer de la región. Cabe recordar que Dakhla pertenecía al Sahara español. Con dicha visita se terminaba el día. Era hora de volver al hotel para – ahora sí – descansar el tiempo suficiente para despertarse sin pensar: “¡Qué sueño!”. Todavía queda Dakhla por descubrir.
Alex RIBA
Enviado especial a Dakhla
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