16 de noviembre de 2025

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Abascal y el discurso del miedo: cuando la política convierte el delito en odio

BOUBEKRI MOHAMMED YASSER

Una vez más, el líder de VOX, Santiago Abascal, ha vuelto a encender la polémica con una publicación en Facebook cargada de odio y manipulación. En su mensaje, enumera una serie de delitos ocurridos en distintas ciudades de España y los utiliza para señalar a los inmigrantes, especialmente a los marroquíes y magrebíes, como los principales culpables de la inseguridad.

El mensaje es claro: culpar al extranjero de todos los males. Sin embargo, la realidad no respalda ese relato. Los datos oficiales del Ministerio del Interior muestran que la delincuencia no tiene nacionalidad, y que la mayoría de los inmigrantes viven, trabajan y contribuyen a la economía española como cualquier otro ciudadano.

Lo que hace Abascal no es defender la seguridad, sino explotar el miedo con fines políticos. Toma casos aislados, los generaliza y los convierte en una herramienta de manipulación emocional. Es la misma estrategia que han usado los movimientos populistas en toda Europa: sembrar miedo para ganar votos.

Sus propuestas de repatriaciones y deportaciones masivas no solo son ilegales según la Constitución y las normas europeas, sino que además atentan contra la imagen de España como país democrático y respetuoso de los derechos humanos.

Los inmigrantes no son un problema: son parte del país. Muchos han nacido aquí, otros han levantado familias y negocios, y todos forman parte de la vida cotidiana de barrios y pueblos. Reducirlos a una estadística criminal es tan injusto como peligroso.

La seguridad no se construye con odio ni con discursos de exclusión, sino con igualdad, educación y justicia social. Vincular la delincuencia a una nacionalidad o religión solo fomenta la división y debilita la convivencia.

España es y debe seguir siendo un país de acogida, de diversidad y de respeto. Lo que propone Abascal no es proteger a los españoles, sino enfrentarlos entre sí. Su discurso no defiende los valores del país, los pone en riesgo.

Porque la verdadera España no se levanta sobre el miedo, sino sobre la dignidad y la convivencia.