19 de marzo de 2024

HorraPress

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MENAS y menores.

3 minutos de lectura

Soulaima Vázquez

La diferencia en el trato que no está regida por la equidad provoca discriminación y exclusión en todos los sentidos que podamos pensar hasta en el sentir de las muertes y el valor de las vidas. Hablar de suicidios o muertes voluntarias también marca la diferencia, porque no se entiende del mismo modo ni tiene el mismo impacto. Hablar de muertes voluntarias como si nada hubiese influido en tomar ese camino como válido nos silencia y no nos facilita cuestionarnos el porqué de muchas cosas.

Asimismo, cuando se trata de MENAS nos encontramos con diferentes posicionamientos de los cuales sólo voy a elegir dos: quien los enmarca en delincuentes aprovechados y quien los defiende sólo cuando los primero les atacan, algo que suelo definir como politiqueo dañino sin trasfondo de mejora. En otras palabras, quién se encarga de inspeccionar si esa protección de la infancia o del menor se está llevando a cabo del modo que debe.

Incluso, si creyésemos que son delincuentes aprovechados, por qué no se indaga en las razones de ello y si les defendemos para protegerles de quienes los consideran delincuentes por qué no nos preocupamos de saber si realmente están protegido. Por otro lado, hace unos días leía una noticia dónde se hablaba de un menor extranjero que “ha muerto de forma voluntaria”, del cual no ha trascendido mayor información.

Si bien no encuentro necesario que trascienda más información puesto que el menor debe estar protegido incluso después de su muerte-cosas que no ocurren cuando su muerte se da en el proceso de migración, dónde nunca falta la foto del cadáver de menores ahogados- sí considero necesario que se informe, se hable y se trabaje sobre protocolos de protección.

Protocolos que cubran las necesidades emocionales y protejan la salud mental mediante una atención psicológica completa a estos menores que están en contextos difíciles teniendo que hacer frente a la adaptación a un país del que esperaban mucho más de lo que se encuentran. Menores que viven el duelo y la falta de pertenencia en soledad y, en ocasiones, acompañados de la incomprensión de quienes les rodean y de ellos mismos.

Sin embargo, ante esta noticia, de la que poco hemos leído y/o escuchado, tampoco nos hemos movilizado ni hemos exigido que como Andaluces se cuide mejor la salud mental de “nuestros niños”. Así pues, nos guste más o menos reconocerlo, no los consideramos “nuestros niños” ni siquiera “niños”, los consideramos MENAS y en nuestro subconsciente los definimos como un colectivo de personas en edades que oscilan desde la infancia hasta la adolescencia que no nos importan.

Y ahora, si queréis discutimos si llamarles MENAS o menores extranjeros no acompañados, o mejor, niños solos, pero no va a cambiar absolutamente nada llamarles de un modo u otro si nuestras palabras no van de la mano de un trabajo meticuloso para mejorar las situaciones de quienes juegan y estudian en los mismos colegios/institutos que a los que sí consideramos “nuestros niños”, nos guste más o menos. En conclusión, la muerte voluntaria nunca es voluntaria si uno no está muerto en vida. El suicidio convive con nosotros y nosotras hoy más que ayer.

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