En el umbral de lo prohibido
Por Edmond Amran el Maleh
Taducción: Driss Jebrouni
Estoy íntimamente convencido de que la decisión más categórica hubiera sido la de no volver a escribir ni a hablar como judío .Y no por temor o vergüenza de serlo o confesarlo públicamente. En primer lugar, sencillamente por un sentimiento de honestidad, de justa proporción de las cosas cuando hoy notamos, sin duda en mayor medida que ayer, como en todas partes y en cualquier circunstancia la palabra judío tiene el poder de oscurecer el cielo, dejando todo en tinieblas, al erigirse en umbral de prohibición absoluta. ¡Basta! Si, basta ya de proclamar que este pueblo es (que nosotros somos) la humanidad hecha hombre, el pueblo elegido, que puede hablar con Dios sin ningún intermediario, el único que se atreve a hacerlo. Acabemos ya con ese eterno dialogo con la Eternidad, con esa voz sacrificada que exclama a través de los siglos; «Somos portadores de todo el peso de la Historia». ¡Basta ya! porque ese discurso, desprovisto de la espiritualidad que en el pasado lo ha alimentado, que supo dar una riqueza de sentido y una significación altamente moral mediante la lectura y meditación de los textos sagrados, en nuestros días se ha pervertido en cada una de sus palabras, por una ideología y una doctrina estáticas, que intentan recuperarlo en su solo beneficio. Así, pues, callarse es ahora insoportable, aun sabiendo por experiencia la extrema fragilidad, la insuficiencia casi inaudible de una sola voz, en medio del bullicio y la exaltación general.
Estimado señor -se me dirá- usted entonces es antisemita. No hay nada mas común y hasta normal para un judío que serlo en secreto; en todo judío se esconde un antisemita. Que se proyecta mucho más si no fuera ésta la hora de los grandes riesgos, y si la existencia de Israel no estuviera cuestionada. La voz de una suavidad rabínica casi angélica y milenaria, ya que puede recurrir a la Biblia para convencernos de nuestra infamia o, si esa palabra suena demasiado fuerte, de los equívocos en que nos hemos perdido. La sutileza talmúdica nos atrapa entre sus tenues hilos, arrastrándonos de manera irresistible :»Sabéis bien que la sola lucidez de vuestro espíritu no basta para comprenderlo todo ,y que la lógica posee los limites de su propia pobreza ,»Si, es cierto que la lógica es una planta frágil e infecunda en el terreno de la verdad espiritual ;pero de la lógica de la violencia ,de las bombas que destrozan hombres, mujeres y niños en el sur del Líbano, de la tortura en los territorios ocupados ,de la negación de los derechos de un pueblo, el palestino, ¿qué debemos decir entonces ?
Como respuesta se desata la histeria, y esa voz adquiere toda su artificial mundanearía. No se debe golpear al Estado de Israel ni siquiera con flores ;la menor de las criticas puede desencadenar la solemne condena de la ideología sionista nos convertimos en el hombre impío, sacrílego y blasfemo al que todos señalaran con dedo vengativo, condenado a la hoguera como victima expiatoria ,para obtener perdón de los crímenes que se cometen invocando la razón del Estado .O, de agentes a sueldo de los árabes-y en tal caso uno huele a petróleo-;si deseamos evitar los extremos ,habremos de «psicoanalizarnos» de acuerdo con el consejo de Sastre : todo el concierto de amenazas y reprobaciones que, por ejemplo, Robinsón ha debido sufrir.
Los judíos, ante sí mismos
Estamos pues ante una nueva cuestión judía, que es por primera vez en la historia contemporánea una cuestión realmente judía, judía, porque ahora los judíos están ante si mismos y ya no enfrentados a un estado extranjero, a un occidente deparador de trágicas persecuciones y genocidios durante la época nazi, sino a un estado hebreo, que pretende arrogarse el derecho exclusivo de hablar en su nombre. Es un insondable abismo que se abre a nuestros pies, arenas movedizas sin el mero punto de sujeción lo más grave es esa seguridad, demasiado clara parapara suponerla arbitraria: una vez abolido todo condicionamiento exterior, solo quedamos nosotros .Solo nosotros los judíos, tenemos que responder por nosotros mismos y de lo que pase a los demás por nuestra causa. Mida se le es posible, si su mirada se lo permite, la radicalidad del cambio que se ha producido. Para Teodoro Adorno el antisemitismo» era el rumor que corre a propósito de los judíos”. El antisemitismo es fruto de la exterioridad; de lo contrario, si lo vinculamos en alguna medida y algo artificialmente al ser judío, debemos admitir como un hecho que la identidad judía se ha forjado en la convergencia de una mirada exterior y de un intento de justificación de una política de persecuciones.
Lo que se postula con todo el peso de una historia milenaria es la inocencia de las victimas eso no es todo. ¿Acaso los judíos no han reafirmado su propia identidad, y hasta un extremo insospechable, en la misma negación constante del derecho de vida, en la persistencia de una violencia que bajo las modalidades mas diversas y a lo largo de una diáspora secular intento aniquilarlos? Esta es la fatalidad de un destino que escapa de la historicidad, que emigra de las incertidumbres materiales hacia la esfera de la espiritualidad, que convierte lo temporal en eterno y trasciende la persecución como categoría ontológica, considerándola uno de los signos de relación privilegiada con Dios, como rasgo que designa al pueblo elegido.
Ahora, en cambio, se pretende extender esa inocencia ,pagada con sangre y sacrificio, a todo un Estado, para así ampararlo contra toda crítica, para santificar hasta el mas insignificante de sus actos .La nueva cuestión judía, esencialmente judía y de nuestra única incumbencia –porque es capital, decisiva-es la que surge desde el momento en que ciertos judíos, en su propio beneficio, confiscan desde un asentamiento institucional la palabra de los judíos, arrogándose su monopolio, y negando a los demás judíos la libertad de serlo como mejor les parezca y de acuerdo con su conciencia El antisemitismo cambia completamente de sentido desde el momento en que necesita imperativamente imponerse mediante la violencia más brutal ,porque la sumisión incondicional al Estado de Israel, por la aceptación definitiva de la política que ésta intenta llevar a cabo.
Siempre habrá una historia judía para disipar el fuego lancinante de esta obstinación. Por ejemplo, la que se cuenta de un barrio judío situado en algún lugar de Polonia. Un rumor incontenible se precipita por las calles y mantiene a la población sobresaltada; la gente grita: “Han robado el Sohar”. Un oficial de policía, encargado de averiguar las razones de ese griterío enloquecedor. Y a quién podría dirigirse sino al rabino, que avanza tembloroso, encabezando la comitiva. Pero para evaluar la importancia del robo y el sobresalto que éste ha causado, deberá averiguar qué han robado. “¿qué es un shofar?”, pregunta el policía de manera imperativa. El rabino se mantiene en silencio, sin dejar de temblar, hasta que finalmente –y bajo amenaza de revolver –declara: “Un shofar es una trompeta”. La autoridad civil, expeditiva, acostumbrada a actuar sin complicaciones, se indigna contra esos judíos a los que nunca logra entender. “¿Por qué no me dijo desde el principio que el shofar es una trompeta? ¿Por qué guardo silencio? Tras un nuevo periodo de mutismo y de estremecimientos, y mediante nuevas amenazas, logra arrancarle al aterrorizado rabino esta otra confesión: “El shofar no es a pesar de todo una trompeta “.
¡El Estado de Israel no es a pesar de todo un Estado! Intentemos explicarlo siguiendo el desarrollo normal de la reflexión política. Intentemos explicar pues, entre otros motivos que todo Estado incluye en si mismo la historia y la lógica de su fundación, y que Israel no puede convertirse en la excepción de esa regla. No es posible negar el hecho fundamental de su implicación en territorios cuyos habitantes fueron perseguidos, adoptando para ello las formas tradicionales de conquista colonial. Agreguemos, si la imprudencia de lector nos acompaña, que hay ciertas cosas por las que suele distinguirse la existencia de un Estado: ejército, policía, instituciones, gobierno, una política determinada, una doctrina etc. Que Israel responde perfectamente a esta carta de identidad del Estado puede admitirse sin duda durante tanto tiempo como queramos apoyarnos en categorías abstractas.
Prosigamos pues, asumiendo un grado más de imprudencia: ¿Qué hace ese ejército en unos territorios que, si no deseamos admitir que han sido ocupados, al menos deberíamos reconocer
¿Que está en litigio? ¿qué hace allí, y qué hacen sus aviones bajo el espacio aéreo del Líbano? ¿Y acaso no se acusa a esa policía, sin que ello pueda desmentirse, de practicar tortura en esos mismos territorios? ¿No se ha hablado también justificadamente de la discriminación racial, del racismo que lisa y llanamente inspiran ese Estado y su doctrina tanto hacia el exterior como dentro de sus propias fronteras? Consideremos la suerte de los judíos orientales, de tez morena por influencia árabe, o de aquellos otros judíos a quienes se niega el derecho a serlo porque son negros. ¿ Y qué podemos decir de la política exterior de Israel, de la cuestión Palestina, de los derechos de un pueblo a reivindicar una tierra por considerar que le pertenece y a constituir un Estado? Ingenuas preguntas, casi insignificantes ante una situación objetiva muy clara en si misma: pero a fuerza de pretender hablar desapasionadamente se termina por no decir nada. ¡Y a pesar de todo, i ya está bien! A pesar de todo, el Estado de Israel no es un Estado! imagínese el lector la acogida de un discurso como éste: o bien nuestro interlocutor pierde su sangre fría, y entonces se nos pone en la picota, se nos. manda al mismísimo infierno, porque la sagrada naturaleza de Israel – nótese que aquí no añado la palabra Estado -prohíbe cualquier crítica profana y sacrílega: o bien nuestro interlocutor cambia de tema, llevando la conversación por sendas más apacibles, a resguardo de los furores de la ideología y de la política cotidiana.
El Reconocimiento del Otro
¡El judaísmo como horizonte y como límite de pensamiento! A partir de aquí las demás cuestiones cobran sentido y justificación, adquieren validez y pertinencia. Este es el espacio de todas las respuestas posibles, ya existentes, o renovadas de manera incesante. ! Israel! la palabra resuena en el silencio de cuanto la rodea; es una idea que nunca ni en ninguna parte se abandona, una idea que en este mundo se mantiene en el exilio, y que renovada por la meditación prosigue en solitario la infinita repetición de un mensaje espiritual eternamente invariable. El judaísmo -el sentido de este mensaje- es esencialmente una ética, fundada ante todo en la justicia de relaciones con el Otro, reconociendo su diferencia radical, de suyo irreducible. Israel, el Estado de Israel. Es el mediador de este mensaje, la garantía de su permanencia, el lugar concreto donde se alimenta la esperanza mesiánica. Esta es la que dicen eminentes personas que nada tienen que ver con los adulones de la propaganda sionista, con esos rabinos impostores que predican la incondicionalidad para con el Estado de Israel.
¡Rigor! ¡OH rigor implacable! exigencia absoluta. Que ese Estado no pueda pues ser acusado de la menor injusticia, que la ley moral sea la ley de su conducta respecto del Otro, el que precisamente se presenta en su diferencia: hoy, el árabe, y más cerca que nadie el palestino. En efecto, este Otro del que hablamos no es ni puede ser una mera abstracción, un interlocutor teórico, una cláusula de estilo, un momento sin más de la demostración. Nos referimos concretamente al árabe, y más concretamente al palestino, un rostro amigo que posee nombre propio, al que podemos amar, un rostro anónimo, pero siempre humano. «¿Dónde está tu hermano?, ¿Te reconoces en el Otro?»’, dice el Génesis. Si el pueblo judío no reconoce al palestino, jamás podrá reconocerse a sí mismo.
Exigencia excesiva, argumento de mala fe: ¿dónde se ha visto alguna vez un Estado ordenado
Según la ley moral, capaz de demostrar por sus actos que se apoya en esa ética fundadora, hecha
¿Cuerpo social histórico y político? Por qué rehusar entonces a Israel una prórroga de la utopía: más Tarde, lo que hoy no pueda realizarse se hará mañana. Prorroga que se ajusta a condiciones tacitas: habría que eliminar primero al pueblo palestino para que después»… Regateos: como si una moral pudiera absolverse de sus propias exigencias o diferir su práctica en espera de tiempos mejores. ¡Aplazamientos y prorrogas! Pensemos por ejemplo en el socialismo del Este y de los otros países pretendidamente socialistas, hagamos cuentas, inscribámoslo en la columna de lo positivo y concluyamos pues que el estalinismo solo ha sido un accidente en un cuerpo que ha salido de él fortalecido. Si el valor infinito de la ética, en el sentido de que nada debe limitar su carácter absoluto, admite reducirse a un valor relativo, no queda otra posibilidad que la penosa totalidad del estado. El totalitarismo estatal estado de la religión, la religión de estado. ¿Un juego de palabras? Vidal Naquet advierte en su obra Les Juifs, la memoire et le présent esa suerte de idolatría del estado «que se constata en el caso de Israel» y que, agrega, «no puede compararse mas que a la representación del estado prusiano como encarnación suprema de la razón en la historia, característica, como ya se ha dicho, de la última etapa del pensamiento de Hegel «.Israel sigue en este sentido del curso casi normal de la historia, el ejemplo de Prusia y de algunos otros países, y ello no resulta -demasiado sorprendente. Pero aun cuando se evocase una mística del estado, podría mantenerse una línea divisoria entre el orden religioso y el orden estatal, y dejarse una posibilidad de enfocar los dos aspectos separadamente. En este caso, la delimitación se pone en entredicho, y ambos términos quedan abolidos desde el momento en que intentamos concebirlos de manera independiente. El estado es Israel, Israel es el estado de hecho nos hallamos ante el dominio de una sola palabra, de un solo vocablo: Israel. Hay que admitir pues que «Israel es propiamente Israel», según la expresión totalizadora y totalitaria, según la cual los judíos que puedan pensar de otro modo pierden completamente su libertad opción extrema, fenómeno asombroso si se la observa de cerca, parque no es un mero efecto de argumentos propagandísticos, ni artificio de una ideología facticia. Una conciencia colectiva manipulada por quién sabe qué fantasma, auto engañada primero, Y allí nada ahora más allá de los fines normales de todo nacionalismo. Israel esta solo, ahorra ante el Padre eterno, coma al comienzo de la Biblia. La Biblia borra el tiempo de la memoria, evoca para abolirlo las desgracias del pasado, esos accidentes de la historia, y acoge favorablemente al hijo prodigo. Así queda borrada la presencia secular de los árabes en toda es tierra; la denominación árabe de las ciudades y regiones queda abolida del vocabulario y de la memoria del pueblo. Malditos sean quienes intenten turbar esa intimidad, esa felicidad sagrada, santificada por la vuelta a la Tierra Prometida: ellos recibirán el castigo de Dios. Múltiples voces israelíes, de rabinos o laicas, lo proclaman incesantemente con la Biblia en la mano. La profecía corresponde a nuestros días y uno queda confuso, sin voz, sin esperanza alguna de comprender el porqué. I A qué silencio se ha reducido a aquellas comunidades que velaban por la pureza de la fe, y que de un extremo al otro del mundo -en nombre de la más auténtica tradición del judaísmo supieron combatir ferozmente contra la creación de cualquier Estado judío
Los Tanques de Salomón
Cántico de los cánticos. Paradoja de las Paradojas. Dios mas la técnica, la tecnología, como se ha dicho del socialismo, es cualquier cosa mas la electrificación. La materialidad científica dormida, organizada explotada, en medio de una espiritualidad reivindicada como privilegio sin mancha, de derecho divino.
El paracaidista, ese heraldo de los tiempos modernos, ¡se ha convertido en símbolo actual del judaísmo! por que seguir por ese camino? me acuerdo de una foto muy elocuente, tomada durante la guerra de 1967: infinitos zapatos abandonados sobre la arena del Sinaí, dejados por los soldados egipcios al huir tras su derrota. ¡Incontestable superioridad de Israel! Pies descalzos sobre la tierra santa, símbolo que pasa al otro lado, cerrado en su mensaje, aplastado por unos tanques marcados con el sello de Salomón. Recuerdo también esta fábula que nunca nadie ha contado, sin duda porque en ella hay algo de verdad: un día el viejo occidente, ya en su lecho de muerte, hace llamar a un joven milagrosamente rejuvenecido y le dice:” he intentado matarte en vano, pero debo confesártelo todo. ¡Perdóname! Al final de mis días, sufro el tormento de los remordimientos. Por eso te nombro mi hijo y heredero, y pongo en tus manos los secretos de mi poder. ¡Ve, apresúrate a vengarme de todos aquellos que se atrevieron a desafiarme “.” frívolo! como se puede hablar con tan poca seriedad de tan Graves cuestiones? Ese tono supuestamente imparcial no es más que una impostura, una evasiva para evitar lo esencial. Diga sin rodeos que está usted contra Israel, que en lo más profundo de su corazón, guarda un rencor implacable, que aunque no se atreva a decirlo, su desaparición seria para usted, SI no una gran alegría, cuando menos un motivo de alivio. Diga cuanto esconde en su alma, en su silencio y ausencia de claridad, y que usted no puede ver a los judíos (incluido usted mismo) fuera de la triste noche del ghetto y la judería, como cochinillas mugrientas temblando de miedo. Reconozca que renuncia oscuramente al progreso, a la libertad, a una patria independiente, a la consecuci6n de un sueño milenario: ‘Mañana a Jerusalén’. Para usted el judío es la eterna victima expiatoria, ofrecida en un holocausto incesantemente renovado, un rostro cubierto de cenizas y lamentaciones, el ser elegido por la desdicha y el sufrimiento, el hombre de la traición y del dinero, 0 ninguna otra cosa. Usted se siente irremediablemente atraído por la negación y la nada. Es burdamente maniqueo, a costa de la ignorancia, la mala fe y el engaño: el mal esta en Israel, en el Sionismo: el bien en el mundo árabe, los palestinos y los defensores de su causa. Ese mundo árabe que describe en términos paradisíacos. Su Inmenso deseo de no ser mas judío le conduce a los más graves abusos, y si no tiene usted la nobleza de aquel gran rabino… que acaba por convertirse al Islam, no le queda otra posibilidad que el discurso de la perfidia y del renegado».
Permitidme pues que me explique, ya que a ello soy conminado. Pero en primer lugar, adviértase que en una reflexión múltiple y diversa no es posible, evidentemente, agotar los infinitos matices del tema. Contra el realismo político brutal, fundado en relaciones de fuerza y de violencia, en el delirio y en el caos de ideologías opuestas, donde todos los cálculos quedan invalidados y la ceguera impone una oscura noche, ,qué posibilidades hay de escapar de la reclusión en una postura militante’ Mil miradas nos escrutan, custodiándolos en prolongada espera desde sus fortalezas, prestas a discurrir cualquier movimiento y dar la alarma, preparadas para gritar a la carga, hágase lo que se haga, desde el momento en que uno llega del exterior.
«Después de Auschwitz, no se puede pensar igual que antes» Esta frase de Teodoro W. Adorno fuera de contexto, se ve degradada por su utilización ideológica, con o sin fines propagandísticos explícitos. Vidal-Naquet advierte: «La Ideología puede parecer exagerada, puede encontrarse exasperante la presión moral que se ejerce sobre cada judío que visita Israel para que se instale en el país, y pueda resultar enervante una propaganda que todo lo utiliza, desde la arqueología hasta Auschwitz, para justificarlo todo…(3) Deberíamos sobre todo indignamos pedir el más elemental respeto por la memoria de los muertos de Auschwitz, y de todas las demás víctimas del nazismo -judíos o no-, porque eso tampoco debe olvidarse; hay que impedir que ello se convierta en propaganda política, en argumento ideológico, en comercio de votos como ocurre en Francia y otros países
La envergadura de esta operación de desviación y manipulación es insólita. Se nos prohíbe pensar como antes, e incluso hasta pensar quien critica al estado de Israel atenta contra la memoria de Auschwitz; trabaja, lo desee o no, en función de nuevos holocaustos.
Umbral de pánico visceral. Quien puede seriamente desear la destrucción de Israel a sangre fría, ¿sea o no judío, como objetivo político asignable? es algo tan admisible como la actual determinación de exterminar al pueblo palestino, de negarle el reconocimiento de sus derechos. Umbral de visión lucida: un estado que se establece sobre la violencia y uso de la fuerza se expone a su propia destrucción desde el momento en que su superioridad en ese plano ya no pueda mantenerse. la muerte del otro no es una garantía de supervivencia, poder y buena conciencia: si el primer término tiende ineluctablemente hacia sus propios límites, el segundo tiene como misión enmascarar ese extremo, y ocultar a fin de cuentas la causa de todos los peligros.
Utopía y Guillotina del Sionismo
Sabemos bien de dónde venimos, y nos reconocemos a nosotros mismos en esa transparencia. De modo que no podemos perdonar, y solo nos queda sublevarnos con todo nuestro ser cuando vemos y evaluamos la magnitud de la tragedia, de la separación, de esa sangre que nunca debiera haberse derramado. ¿A quién acusar? AI Sionismo, sin ninguna posibilidad de duda ni el menor titubeo. ¿Qué ha ocurrido en esa Palestina cuyo nombre se mantiene abierto, como estremecedora pregunta, en el límite de la vida y de la muerte? ingenua pregunta, puesto que la historia está escrita y todo ha quedado ya dicho. Y con todo, no hallamos descanso en ninguna respuesta; el aguijón de una búsqueda incesante nos hostiga una vez más, nos impulsa a proseguir. ¿Qué había en el corazón y en la mente de los pioneros sionistas? ¿Qué hubo antes de que la utopía se convirtiese en guillotina de la historia, y de que el ideal se trocase una vez más en su propia negación? Pregunta demasiado ingenua, puesto que da por supuesta la pureza ideal de un movimiento, que había surgido a partir de un origen determinado, para seguir después una revolución lineal lógicamente encadenada en cada una de sus etapas. Ingenuidad casi pueril cuando se observan las complejas configuraciones que gravitan en el cielo de esa tierra santa, en torno al eje del proyecto sionista. Configuraciones cuyo alcance es preciso evaluar por los signos que nos ofrecen, desde el momento en que estamos convencidos de que no pueden reducirse a la concreción esquemática de un proyecto fundador. La odisea sionista, fue compleja, eminentemente compleja en su origen, antes de que la institución del estado la redujese al papel servil de propaganda ideológica burda y ejemplar.
Cuando los teólogos judíos abandonan Europa (la Europa central y sus ghettos), se pierde la vinculación con lugares donde la asimilación parecía todo un éxito, como Alemania. El teólogo, figura ejemplar. No es un oscuro rabino, sino un intelectual, con frecuencia revolucionario (o al menos muy cercano a los movimientos revolucionarios marxistas que sacudieron Europa tras la revolución rusa de 1917). Su palabra se vuelve la ambigüedad misma. El curso de los acontecimientos adquiere una forma torrencial; el sionismo acarrea los más diversos materiales, arrastrados de los distintos lugares que atraviesa a su paso. También se forman nudos, puntos de detención que modifican la corriente, provocando cambios inesperados e iniciando nuevos trayectos. El teólogo entra en conflicto con el materialismo marxista, pero retiene humanitariamente la cuestión socialista: resultado hibrido, el mesianismo de doble faz. Se desvincula de esta Europa como movido por un presentimiento. No ha llegado aún la hora trágica del genocidio nazi y se disuade, en medio de la confusión, de la asimilación. Eflorescencia, abundancia de una Planta hibrida: súbitamente volcado al judaísmo -en los límites de su pureza original aspira a la materialidad del estado como cuerpo inesperado de la espiritualidad, y esperando volver a ella la abandona, ¡dimensión fantasma tica del Regreso!
Intenta descubrir, a partir de algún lugar, de alguna tierra, la significación histórica del exilio, la propia fijación geográfica que le permita justificar su empresa, pero así como no logra superar la llamada de aquél, tampoco puede evitar la caída en la que después quedara al descubierto. Renuncia a una identidad nacional, la rechaza para forjar otra inexistente: no quiere ser alemán, ruso o polaco, sino judío, como si hubiera dejado de serlo (y entonces habría que interrogarse a fondo sobre esta privación y su sentido). El mesianismo se enturbia con impurezas, y entra en la peligrosa esfera de lo político mediante el juego de una cascada de alienaciones. Idealista, generoso, hijo de una gran cultura, busca legítimamente solucionar la trágica suerte de las masas populares judías de la Europa central, y para ello desembarca en Palestina. No es palestino, no, lo es de ninguna manera, y no tiene derecho a esa tierra. Nada tiene en común con su cultura ni con su realidad física y humana. Paso limite, giro decisivo, ¡asombrosa serie de alienaciones inaudita! En medio de todo ello, la negación del árabe en el plano metafísico, el rechazo a reconocer su dignidad humana, que sirve para legitimar su aniquilación física. Nuestro teólogo no ha abandonado por completo Europa como pretende, puesto que ha traído en sus maletas el breviario del racismo, delicadamente envuelto en el lenguaje de la buena conciencia. El árabe es un ser inferior, como lo prueba un imperativo teológico, y el judío árabe, contaminado por la mancha oriental que lleva, también lo es, con la sola diferencia de que tiene posibilidades de redención por la gracia de los judíos askenazis de pura raza. Evoquemos esta elocuente descripción : “Un serio y amenazador problema se plantea por la inmigración proveniente de África del Norte .Se trata de la inmigración de una raza que hasta hace poco desconocíamos en este país .m Es un problema con muy alto grado de primitivismo, cuyo nivel educativo es cercano a la ignorancia absoluta más grave aún es su incapacidad de abordar todo tipo de tarea intelectuales hallan completamente dominados por pasiones instintivas y salvajes “ .Como para borrar las huellas de una persecución secular, y conjurar así la obsesión y el rencor del racismo, nuestro teólogo –colmado de trágica alineación – vuelve ese racismo contra el árabe y contra su propio correligionario, el judío árabe Pero por el momento eso no llega a manifestarse plenamente, estamos ante el ensueño de un proyecto en sus comienzos, en el límite indeciso de la utopía .Por el momento en el alba de estos proyectos, la Biblia descienda hasta la tierra de elección ,como las tablas de Moisés, y nuestro teólogo reanuda, colmado de dicha, el dialogo con el Eterno, eclipsando las marcas de la ruptura y la nostalgia de alejamiento. Bebe la espiritualidad de las mismísimas fuentes. Dueño de una lectura, de una interpretación exclusiva y autoritaria, convierte a la Biblia en manual de conquista colonial, haciendo oídos sordos a autorizadas voces que se indignan por ese sacrilegio. Pero poco importa, porque esta presto a hacerse ateo. El demonio que de él se ha apoderado confunde los límites, de las fronteras entre Dios y el Diablo. El milagro se ha hecho en todo caso realidad, posee la transparencia de las cosas presentes, cotidianas: se convence de ello y se felicita por descubrir allí los signos de la legitimación. Socialista, igualitario, comunitario, ocupa una tierra declarada vacante y maravilla del mundo con el símbolo de ética austera, de pobreza y sacrificio heroico: el kibutz. De aquí en más todo queda dicho. Se avanza contra el desierto, contra el fatalismo de la pereza; la inhóspita arena se cubre de jardines, frutos, flores y promesas edénicas.
Empresa Colonial
La destacable de toda empresa colonial es su capacidad de eludir la presencia del pueblo sometido, intentando reducirla a una cuestión de instigadores, que efectúan algunos disparos o se debaten en su entupido empecinamiento contestatario. No importa pues lo que todo esto signifique para el pueblo Palestino. Ha habido grandes sublevaciones, esta también la amenaza armada, pero eso no es mas que ruido y furor. Después de todo, el hombre de que hablamos -teólogo a ateo-, pionero de la nueva era, sabe manejar tan bien el arado como el fusil, según el tópico corriente. Es terrorista, pero esta preparado para olvidarlo fácilmente. Lucha con todas sus fuerzas por su territorio ocupado, ignorando voluntariamente el derecho de los pueblos a disponer de si mismo, aunque guarda en su poder otro mandato de origen divino, para realizar otra agrupación cuando le llegue la hora.
Cabía sin embargo esperar, en este combate liberador, que ese soldado de Días hiciese alianza con el palestino, única propietaria legítima de ese suelo, y único en ser auténticamente sometida, expoliado y privada de sus legítimos derechos. Ingenua Ilusión, espejismo de un lenguaje paria no. Leed la Biblia: Israel ha vuelto a recobrar lo que es suyo. Pronto llegara la hora de fundar un Estado, de celebrar las bodas entre la teología y la idolatría.
La imaginación más delirante puesta al servicio de la mala fe. Ese retrato, señor no es mas que una odiosa caricatura, de hecho ajena a la realidad y a la verdad histórica.
Y ya que hemos apelado a la historia, digamos que su verdad sería mucho más abrumadora si se supiera seguir los documentos acumulados con el paso del tiempo, con toda objetividad, y si la misma historia no fuera escenario de disputas ideológicas, coto cerrado de confrontación de ideologías.
Prosigamos pues, evitando el escollo de la polémica, de la denuncia que fatalmente exige una respuesta en idéntico lenguaje.
Obsesiva fascinación que nos interpela, sabiamente nos hace volver a supuestos comienzos, para conjurar la fatalidad de los nuevos comienzos y garantizar el dominio del espíritu tú por encima de la genealogía de las negaciones, de las mutaciones negativas. Utopía ¿por qué no? si ella, y solo ella, nos ofrece la posibilidad de sobrevivir. Qué ha ocurrido pues con esta Palestina en la que ya todo ha ocurrido, en la que la humanidad se resume en si misma y para si misma. Qué ha ocurrido en estos primeros anos decisivos, en los que la historia irrumpe en el orden de una era sensata, de meditación y recogimiento, donde, por una súbita aceleración, la Biblia vuelve a las primeras páginas, mediante la violencia de una decisión que de allí en más hará pensar par encima de su sentido original de hipoteca de un proyecta político. El sionismo cobra vida efectiva, y los pioneros del movimiento ponen manos a la obra. ¿Qué ha sido de aquella ejemplaridad? ¿Qué sentido le podemos dar hoy?, y para qué hablar de ella, ahora ¿que sabemos en realidad qué es? ¿Qué importa el pasado? Sólo la presente cuenta. Lenguaje unidimensional, precisamente específico de la ideología, revelador de un pensamiento sistemático, totalitario, que no admite diferencia alguna. Matriz de la violencia, fecundación del terrorismo: la uno a la otro, Uno y Otro deberá desaparecer. Negación de cualquier distancia, de cualquier espacio abierto a la relación y al dialogo. Identidad de la muerte. Vuelta a esa Palestina en el privilegiado momento en que todo comienza, donde nada ha quedado definitivamente resuelto. Si al menos hubiera sida posible dudar de la complejidad de la situación, de las virtualidades que entrañaba la ejecución de Inextricables intenciones desdecirás, de luchas nacionales en los órdenes más diversos y contradictorios: político, religioso…
Del Misticismo a la Política
He aquí un texto de Gershom Scholem particularmente significativo, tomado de una carta que le escribiera a Walter Benjamín: «primero de agosto 1931: ‘…Lamentablemente solo puedo contestarte exponiéndote la situación extremadamente difícil en que nos ha dejado este congreso. A decir verdad, la divergencia radical que existe entre mi concepción del Sionismo -orientada hacia la renovación del judaísmo- que yo acepto en definitiva que se califique coma místico-religiosa, por una parte, y el Sionismo empírico, fundado en la distorsión que representa la perspectiva –irrealizable y provocadora- de una supuesta «solución política de la cuestión judía» por otra parte, se me ha hecho evidente en el transcurso de la evolución sufrida durante los dos últimos anos, evolución que liego a su punto culminante con las resoluciones del último congreso. Por cierto, el Sionismo como movimiento siempre ha representado mucha más que su forma de organización práctica. Pese a todo, durante los últimos anos anteriores siempre hubo, para los que piensan coma yo, una posibilidad de promover nuestra causa, que en un principio nada tenia que ver ni con los ingleses ni con los árabes, dentro de esta organización. Más exactamente, eso nos era indiferente (al menos desde 1920), ya que el advenimiento histórico del Sionismo quedaba en todo caso garantizado desde el punto de vista de su legitimidad. Pero después de que en los últimos anos las fuerzas de la reacción pura se han impuesto a su manera en el seno del Sionismo, tanto política como moralmente, y de que en este congreso se han tomado decisiones tocantes a este aspecto del asunto, yo y algunos otros hemos entrado en una aguda crisis con el movimiento Sionista. Por mi parte no creo que exista una solución de la Cuestión Judía en el sentido de normalización de los judíos, ni pienso que la cuestión pueda resolverse en Palestina en ese sentido. Lo que para mi siempre ha sido y sigue siendo evidente, es el solo hecho de que Palestina es necesaria, y eso me basta, cualesquiera que sean las expectativas de unos y otros y tras formular algunas apreciaciones respecto de ese congreso, cuyas resoluciones convendría estudiar, Gershom Scholem agrega: «cuáles son las fuerzas que están a punto de provocar el fracaso del Sionismo’ No es nada difícil afirmarlo, pero no sé si me entenderás: el Sionismo muere por haber ganado. Ya ha conseguido sus victorias en el plano espiritual., perdiendo así la posibilidad de lograrla, en el plano material. En efecto ha colmado mediante enormes esfuerzos, una función que de ningún modo le estaba prevista. Con ello hemos ganado muchísimo. Nuestra existencia, nuestra triste oportunidad, que el Sionismo quiso estabilizar de manera Inmutable, ha quedado reafirmada una vez más en el tiempo para las dos próximas generaciones, pero para conseguirlo debimos pagar el más terrible precio. Puesto que incluso antes de haber realizado e impuesto la conexión con el pasado en las costumbres y en la lengua del país, ya habremos perdido las fuerzas al ir a un territorio por el que nunca habíamos sonado con luchar. Cuando el Sionismo se vio vencedor en Berlín, estando completamente» en blanco desde la perspectiva de nuestra tarea ya no pudo ganar Jerusalén…
Librándonos a la vana pasión de una vocación públicamente expuesta, nosotros mismos hemos convocado a las fuerzas de destrucción. Nuestra catástrofe comienza a partir del momento en que esa vocación fue profanada y prostituida, en que se ha renunciado a desarrollar la comunidad en su legítima oscuridad desde que la traición de los secretos valores que nos congregaban se ha convertido en un aspecto positivo de Ia propaganda diabólica. Desde el momento en que nuestra causa se ha hecho demasiado visible, la hemos expuesto a la destrucción…El Sionismo ha despreciado la noche. Ha transpuesto el engendramiento, que debiera» haber sido su objetivo supremo, sobre un foro mundial en el que había demasiada luz, y en el que exigencias vitales degenerarían en una prostitución de los últimos restos de nuestra Juventud». No era ese el lugar que había ido a descubrir, ni era ese el fuego alrededor del cual deseábamos inflamarnos»… entre Londres. y Moscú, nos hemos extraviado por el camino de Sino para encontrarnos en el desierto de Arabia. Por nuestra presunción hemos cortado el camino que conduce al pueblo. Así, todo lo que nos queda es la productividad del que zozobra, y del que lo sabe”.
Habéis leído bien, es Gershom Scholem quien ha escrito esta carta, describiendo con notable lucidez el dramático recorrido de un proyecto, el proyecto Sionista, cuando desde, sus mismas fuentes, desde su trascendencia espiritual, se precipita hacia su desviación, su lenta degradación, a su negación, que el mismo ha engendrado. Lección Implacable Tragedia de una lucidez, combinada con ciertas reservas, que súbitamente se desvanece en las tinieblas de una ceguera incontestable. es preciso añadir por ahora algo mas?’.
(1) Vidal Naquet. Pierre : Les Juifs, là Memoire et présent. Paris, 1981.
(2) Adamo: Dialéctique negative.
(3) Vidal-Naquet. Pierre : op. cit. p. 148.
(4) Gescom Scholem : Walter Benjamin, Histoire d’une Amitié, Calmann-Lévy, pág. 194.