16 de octubre de 2025

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La islamofobia como herramienta de fractura social: la estrategia de VOX y Aliança Catalana para romper la convivencia

Mohamed El Ghaidouni, 29/07/2025

En los últimos meses, las redes sociales se han llenado de mensajes alarmantes que buscan generar miedo y rechazo hacia la comunidad musulmana en Cataluña. Uno de los más virales afirma, erróneamente, que “en Cataluña ya hay más mezquitas que iglesias y que en 120 escuelas se enseña islam”. Este mensaje, compartido miles de veces, es rotundamente falso. Pero más allá de su carácter engañoso, este tipo de discursos son el reflejo de una estrategia más amplia y preocupante: la normalización del discurso del odio y de la islamofobia a través de la política y la desinformación.
Según los datos oficiales del Mapa Religioso de Cataluña elaborado por la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat, en Cataluña hay 5.665 centros de culto católicos, mientras que los centros de culto islámico son 326. Es decir, casi 18 iglesias por cada centro musulmán. El 78% de los centros de culto en Cataluña son católicos. Estos datos son públicos y verificables. Sin embargo, partidos como VOX o Aliança Catalana hacen caso omiso a la verdad y optan por alimentar una narrativa falsa con el objetivo de fracturar la sociedad catalana.
Este tipo de desinformación no es fruto de la ignorancia, sino de una estrategia política calculada. Tanto VOX como Aliança Catalana han encontrado en la islamofobia una herramienta útil para conectar con ciertos sectores sociales empobrecidos o desorientados, ofreciéndoles un falso culpable a sus problemas: “el otro”, el diferente, el musulmán. Este discurso divide, deshumaniza y banaliza el respeto a los derechos humanos más básicos. En lugar de construir puentes de convivencia, construyen muros de desconfianza.
Esta manipulación se extiende también al sistema educativo. Otra afirmación muy difundida dice que “120 escuelas en Cataluña enseñan islam”. Una vez más, la realidad desmiente la propaganda. Lo que existe es un programa de cooperación bilateral entre España y Marruecos, conocido como Programa de Enseñanza de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM), que ofrece clases de lengua árabe (no de religión) a alumnos de origen marroquí, pero también a cualquier alumno interesado. Este programa está presente en 120 centros educativos, pero no incluye en ningún caso la enseñanza de la religión islámica. Esto se suma a otros programas similares que fomentan el plurilingüismo y la apertura cultural, como los de lengua china, alemana o francesa.
La politización de la religión —especialmente cuando se utiliza para atacar a una minoría— es un peligro directo para la convivencia. Cuando se convierte la identidad religiosa en arma electoral, se está poniendo en riesgo la cohesión social que tanto ha costado construir. La diversidad cultural y religiosa de Cataluña es una realidad que nos enriquece, no un problema a eliminar. Pero cuando se criminaliza a una parte de la ciudadanía solo por profesar una determinada fe, se están sentando las bases de una crisis de convivencia de gran magnitud.
Es especialmente preocupante que estos discursos de odio no solo se difundan en el ámbito digital o en círculos marginales, sino que comienzan a encontrar espacio en instituciones públicas. Cuando se tolera —o incluso se alienta— la islamofobia desde ayuntamientos, parlamentos o medios de comunicación, se está normalizando el odio como una opinión válida. Esto erosiona los valores democráticos y abre la puerta a la discriminación sistemática.
Este contexto no solo afecta a la comunidad musulmana, sino a toda la sociedad catalana. Cuando se rompe la convivencia, cuando se divide a la ciudadanía en “nosotros” y “ellos”, se debilita el tejido social y se facilita la aparición de conflictos. La historia reciente de Europa está llena de ejemplos en los que la demonización de una minoría ha conducido a catástrofes humanitarias.
Por ello, es necesario que la sociedad civil, las instituciones y los medios de comunicación se levanten con firmeza para desmontar estos discursos. Hay que exigir responsabilidad a los partidos políticos y pedirles que no utilicen el miedo como herramienta de campaña. También es imprescindible fomentar la educación en la diversidad, la interreligiosidad y el pensamiento crítico, porque solo así podremos inmunizarnos contra los discursos de odio.
La realidad es que la mayoría de musulmanes que viven en Cataluña son ciudadanos comprometidos con la sociedad, que trabajan, que participan en la vida comunitaria y que quieren vivir en paz, como todo el mundo. Estigmatizarlos por su fe solo conduce a la exclusión, a la marginación y, en última instancia, a tensiones que podrían evitarse con voluntad política y honestidad.
En definitiva, la estrategia de VOX y Aliança Catalana no es otra que provocar, sembrar desconfianza y dividir. Utilizan la mentira como herramienta, y la religión como blanco. Pero ante esto, la sociedad catalana debe responder con firmeza y empatía. No podemos permitir que el discurso del odio se normalice. La convivencia no es una opción, es una necesidad. Y defenderla es responsabilidad de todas y todos.