Marco conceptual
La esquizofrenia, en psicología clínica, es un trastorno caracterizado por una pérdida de contacto con la realidad, un discurso desorganizado, paranoia, alucinaciones, pensamiento rígido o megalomaníaco, y comportamientos contradictorios. Aplicado al comportamiento de un Estado, este diagnóstico debe entenderse de forma metafórica, para designar:
• una duplicidad discursiva y comportamental,
• una ruptura con la realidad fáctica o geopolítica,
• una hostilidad paranoide hacia el mundo exterior,
• un repliegue identitario marcado, y
• un uso intensivo de la negación y la proyección.
Signos clínicos de la esquizofrenia política argelina
- Crisis identitaria persistente
• Negación del reconocimiento de la amazighidad como componente pleno de la identidad nacional (a pesar de apariencias constitucionales).
• Hostilidad hacia la pluralidad histórica: herencia otomana, árabe, bereber, francesa — sin reconciliación.
• Nacionalismo anclado en la guerra de independencia, utilizado como única fuente de legitimidad. - Delirio megalomaníaco y disociación cognitiva
• Declaraciones del presidente Tebboune:
• «Argelia será la tercera potencia mundial.»
• «Nos convertiremos en una potencia en la desalinización del agua.»
• «Nuestras exportaciones no energéticas alcanzan decenas de miles de millones de dólares.»
• Estas declaraciones contrastan bruscamente con la realidad: extrema dependencia energética, pobreza industrial, inflación, éxodo masivo de jóvenes, etc. - Comportamientos paranoides y acusatorios
• Teorías de conspiración internacional (Israel, Marruecos, Francia, ONG, opositores exiliados, etc.).
• Visión del mundo como una “fortaleza asediada”, donde toda crítica es vista como un ataque externo.
• Ejemplo: ruptura abrupta con España debido a su posición sobre el Sáhara — sin una visión estratégica coherente. - Hostilidad interpersonal y amenaza latente
• El jefe del Estado declaró públicamente:
«Quien intente engañarme, tengo una piedra en la mano para golpearlo.»
• Esta formulación revela una postura psicológica defensiva y violenta, típica de la paranoia institucionalizada. - Relaciones exteriores erráticas y conflictivas
• Rupturas o tensiones generadas:
• Francia: ambigüedad entre asociación y denuncia postcolonial.
• Marruecos: ruptura total, retórica belicista y cierre de fronteras.
• España: congelación de acuerdos tras su postura sobre el Sáhara.
• Emiratos Árabes Unidos: creciente desconfianza y sospechas de activismo hostil.
• Estos conflictos parecen servir para reforzar un relato interno victimista y movilizador, típico de un Estado en crisis narcisista. - Uso sistemático de la propaganda, mientras se declara víctima de ella
• Multiplicación de medios bajo control estricto, incluso en lenguas extranjeras.
• Campañas contra figuras críticas (Sansal, exiliados, periodistas…).
• El régimen acusa a otros países y medios de “propaganda hostil”, mientras difunde él mismo una propaganda masiva. - Violencia simbólica contra los opositores
• Insultos públicos del jefe del Estado contra Boualem Sansal, acusado de tener padres prostitutas: proyección violenta, pérdida de decoro e incapacidad para tolerar la crítica.
• Esta forma de agresividad psicológica traduce una intolerancia patológica a la disonancia y una represión interiorizada.
Conclusión
El Estado argelino, tal como se manifiesta hoy, presenta una configuración psicopolítica cercana a un trastorno esquizofrénico de tipo paranoide. Este diagnóstico no tiene una intención médica, pero permite comprender las lógicas irracionales que operan en:
• la creación de un enemigo omnipresente,
• la negación de la realidad,
• el uso delirante de la palabra presidencial,
• y la ruptura con una diplomacia racional.
El problema central no es solo político, sino también psíquico y simbólico: este régimen busca proteger un núcleo identitario fragilizado por el fracaso del proyecto posindependencia.